Iba a
hacer un bonito post sobre el Día de los muertos, pero encontré esta calavera tan
chula y me acordé de la de Orozco y luego claro, de la de Hirst, así cambié de opinión.
La
calavera, el paso del tiempo y la inevitable muerte siempre ha estado presente
en el arte a lo largo de los tiempos, será porque, como dice Millás, “tenemos
vocación de esqueletos”.
En el
arte contemporáneo la calavera por excelencia es la de Hirst, mas que nada por la
difusión que le dieron los medios “escandalizados” por el coste de la pieza. La
obra conceptualmente tiene su gracia pero en esta obra, los medios físicos, el material, se han "comido" la idea. El resultado no deja de parecerme una pieza que podría llevar en forma de colgante alguna millonaria cañera tipo... Kate Moss. La cosa cambia en la calavera Orozco, en donde el artista dibuja un damero sobre la calavera, cubriendo por
completo la superficie y todas sus concavidades. Aquí los recursos formales funcionan, la utilización del blanco y negro, lo geométrico sobre lo orgánico hace que se
den un serie de tensiones que funcionan
muy bien.